Lidia Reina, aunque lleva 18 meses sin probar una gota de alcohol, todavía siente tristeza, remordimientos y vergüenza cuando cuenta la razón por la cual decidió buscar asistencia médica para enfrentar su enfermedad.
"Un hijo es el regalo más grande de la vida, y aquel 11 de agosto cuando desperté de la borrachera y vi cómo había maltratado a mis dos niños y ni siquiera lo recordaba, supe que era el momento de parar ese vicio mortal", cuenta Lidia afligida.
Como ella, 76 millones de personas en el mundo son víctimas de esa enfermedad que, además de provocar innumerables daños a nivel sistémico en el organismo, ataca uno de los bienes más valorados por las personas: la dignidad humana.
Así lo confirma Pedro José, quien lleva 18 años en abstinencia, pero de los 23 de bebedor activo, recuerda que se sentía una persona sin sueños ni aspiraciones, solo preocupado por el alcohol y las supuestas bonanzas emotivas que le proporcionaba.
Lidia Reina y Pedro José son pacientes del grupo de ayuda mutua liderado por el psicólogo Raidel Hernández en el Centro Comunitario de Salud Mental, situado en el centro histórico de la ciudad de Camagüey, el cual figura entre los 12 existentes en la provincia.
En esas instalaciones la rehabilitación a pacientes alcohólicos tiene carácter integral, pues combina la acción terapéutica contra los daños psicosociales del tóxico y la atención médica de los problemas biológicos causados por el consumo irresponsable, señaló el doctor Hernández.
Entre las enfermedades asociadas al alcoholismo se encuentra la polineuritis, la cirrosis hepática, diversos tipos de cáncer en el sistema gastrointestinal, disfunciones sexuales, delirium tremens o alucinaciones y psicosis, y estado grave de desorden mental.
Además, las personas alcohólicas están muy dañadas emocionalmente y por lo general acuden a consulta cuando han sufrido grandes pérdidas como la casa, la familia, el trabajo, o están a punto de atentar contra su vida, en ese caso son remitidos a la atención psiquiátrica.
El abordaje psicológico suele ser cuidadoso, aseguró el doctor Hernández, pues se persigue la permanencia del enfermo en los grupos de ayuda y evitar recaídas, mortales para algunos.
La primera etapa de la rehabilitación es muy compleja, porque el paciente conserva los recuerdos asociados al alcohol y el impulso por consumirlo, sobre todo cuando aparece el síndrome de abstinencia, causante de temblores, irritabilidad, depresión, ansiedad y malestares gástricos.
Para el adicto, tales motivos serían suficientes para retomar el tóxico, por eso los equipos de trabajo conformados por los especialistas y las personas que desean dejar de beber centran la labor en esta máxima: hablar continuamente mal del alcohol y suministrar abundante información sobre sus daños.
En los centros de salud mental también se enseñan técnicas de relajación de la medicina natural tradicional como masajes, ejercicios de respiración y digitopuntura, pero sobre todo, propician la búsqueda del perdón entre los familiares y amigos, víctimas también de los efectos terribles del alcoholismo.
Lidia Reina reconquistó el amor de sus hijos, en tanto Pedro José agradecerá siempre la recuperación de la confianza de sus padres, antes de que fallecieran; ambos sienten el compromiso de apoyar a otros “hermanos”, singular sustantivo usado para referirse a los compañeros del grupo.
Gracias también a la permanencia en el centro, para ellos - y su consagrado personal especializado- el mayor reto, la mayor aspiración, la fuerza para levantarse cada día, es mantener alejados de sus vidas aquellos episodios en los que dejaron de ser humanos para ser tan solo borrachos.
Lianet: Yo lo tomo (tu post). Todos deberíamos ser adictos al amor; nos ahorraríamos desgarraduras como esas que cuentas... y otras muchas. Como soy de los que (me) brindo por ti, te pido de nuevo continúes este blog. Te estaré buscando...
ResponderEliminarNo dejes de escribir....
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