En el patio de mi casa conviven varias gallinas, dos guanajos, una tortuga “importada” y una jicotea “nacional”. Pero no crea que es esta una particularidad de mi familia, porque son muchos los hogares en Cuba que albergan estas pequeñas granjas, a veces de un solo animal, pero ciertamente las más eficientes y verdaderas iniciativas de desarrollo local, desde la más básica de las células sociales.
Aun en las ciudades
tan patrimoniales como la mía, o tan cosmopolitas como La Habana, los feligreses
encuentran un rinconcito para criar el puerquito, la gallinita o el conejo; e
incluso los más dichosos propietarios de terrenos amplios, o residentes en áreas
más periféricas, se aventuran con pequeñas manadas de carneros y chivos, patos,
y hasta caballos.
Por si mi lector se anima y desea fundar su
granjita particular, aquí les dejo algunas de las ventajas y desventajas de
cuatro de las especies más criadas en mi barrio (que conste que no vivo en el
mismo centro histórico de la ciudad, pero tampoco en las afueras, así que su
iniciativa será válida en cualquier lugar siempre que el vecino no lo “eche
pa’lante”*):
El puerco, mamífero
nacional según el dúo musical Buena Fe, es el rey indiscutible de la granja
doméstica. Además de sacarle carne, chicharrones, manteca, vísceras, morcillas,
y cabeza y huesitos para caldosas individuales y colectivas, se puede vender
por libras los domingos en el portal de la casa, cuando los inspectores y la
policía también se relajan, que ellos tienen que descansar algún día. En pie, o
sea vivo, también se puede negociar, aunque a un precio muy inferior al que
adquiere cuando se convierte en bistecito.
Tiene en su contra
que es el más apestoso y el más chillón cuando tiene hambre, y que necesita
comer bastante para engordar rápido y no ocasionar pérdidas monetarias; así que
manténgalo aseadito y lleno para sacarle provecho al puerquito.
Siguen las gallinas
en orden de importancia, pues estas aves no solo se comen en ocasiones
especiales, sino que son la fuente más preciada de nuestra proteína básica de
cada día: el huevo. En su contra tienen sus propias alas, pues si vuelan a
patios equivocados es posible que se pierda un integrante de la granja, pero en
fin, nada que un pequeño recorte de plumas preventivo no pueda solucionar.
Están también los
chivitos y carneros, eficaces aliados para mantener terrenos baldíos libres de
malas yerbas; plato exquisito para fiestas cuando se cocinan en chilindrón, y
hasta medio de transporte recreativo para pasear a los niños por el Casino
Campestre o por las calles del barrio, al módico precio de un peso la vuelta.
También son apestositos y chillones, pero menos que los cerdos.
Otro que se apunta
como medio de transporte cada vez más socorrido, aunque ahora un poco
vilipendiado por el aumento de los precios del pasaje, es el caballo, aunque
este no se puede comer por “similitudes” con las vacas, ganado con el cual
lamentablemente no me siento familiarizada.
Ideología del
cubano en pos del ¿progreso?, o al menos del bienestar cotidiano; trincheras
domésticas contra tanto bloqueo externo e interno, que perdurarán así, contra
viento y marea y licencias ambientales del CITMA**, hasta que la pirámide
social retome el equilibrio correspondiente, e incluso después. Oasis citadinos
que demuestran que aunque la vida moderna ha otorgado un papel hegemónico a las
ciudades, en los núcleos de estas también crecen y salvan la economía familiar
los secretos del campo.
*Versión criolla del término denunciar
** Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en
Cuba
Se te olvidó mencionar el árbol de naranja agria.
ResponderEliminarCierto, pero es que quise centrarme en el reino animal, incluso en el patio de mi casa también hay naranja agria y naranja dulce, guayaba, mango de los vecinos, y hasta coco había, pero hubo que secarla por el tema del peligro de los ciclones. Gracias por llegarte al blog.
Eliminar