Entre tantos homenajes dedicados a Daniel Chavarría en la XXII Feria Internacional del Libro Cuba 2013, tal vez pocos reparan en una figura menuda y diligente que corre detrás de él por toda la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña.
Hilda Sosa Saura es la esposa de Daniel, como a
ella le gusta llamarlo, y luego de 30 años de matrimonio, en la pareja se justifica plenamente ese refrán que afirma que detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer.
En las novelas firmadas por el destacado escritor, ella ha dejado parte de su esfuerzo, porque como aseguró el propio Chavarría, aporta la mirada crítica de la cual él carece y a la que agradece gran parte de su éxito.
Incluso Viudas de sangre, uno de los textos más reconocidos del autor cubano-uruguayo, le debe a una creación de su mujer llamada La costura habla, calificada en aquel entonces jocosamente por el Premio Nacional de Literatura como una “noveletica náif”, pero de la cual aprovechó sus personajes.
La ya jubilada profesora de la Universidad de La Habana comentó que lee todas las obras de su esposo, busca información para él, intercambia con los editores de los libros para que salgan impecables, y hace todo lo necesario para apoyar a quien ha sido y es su gran amor.
Confesó, como novia enamorada, que aún lo cela cuando en sus presentaciones en público alguna bella dama se acerca interesada en la personalidad del escritor, que para Hilda es luminoso, simpático, inteligente, culto y maravilloso, pero también exaltó la dicha de una existencia vivida a su lado.
Quizás en la próxima feria, cuando posiblemente salga a la luz el primer libro de la esposa, “La Habana de Chavarría”, los asistentes a La Cabaña vean al escritor correr detrás de Hilda para apoyarla, mientras ella se roba el protagonismo en las presentaciones.
Hilda Sosa Saura es la esposa de Daniel, como a
ella le gusta llamarlo, y luego de 30 años de matrimonio, en la pareja se justifica plenamente ese refrán que afirma que detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer.
En las novelas firmadas por el destacado escritor, ella ha dejado parte de su esfuerzo, porque como aseguró el propio Chavarría, aporta la mirada crítica de la cual él carece y a la que agradece gran parte de su éxito.
Incluso Viudas de sangre, uno de los textos más reconocidos del autor cubano-uruguayo, le debe a una creación de su mujer llamada La costura habla, calificada en aquel entonces jocosamente por el Premio Nacional de Literatura como una “noveletica náif”, pero de la cual aprovechó sus personajes.
La ya jubilada profesora de la Universidad de La Habana comentó que lee todas las obras de su esposo, busca información para él, intercambia con los editores de los libros para que salgan impecables, y hace todo lo necesario para apoyar a quien ha sido y es su gran amor.
Confesó, como novia enamorada, que aún lo cela cuando en sus presentaciones en público alguna bella dama se acerca interesada en la personalidad del escritor, que para Hilda es luminoso, simpático, inteligente, culto y maravilloso, pero también exaltó la dicha de una existencia vivida a su lado.
Quizás en la próxima feria, cuando posiblemente salga a la luz el primer libro de la esposa, “La Habana de Chavarría”, los asistentes a La Cabaña vean al escritor correr detrás de Hilda para apoyarla, mientras ella se roba el protagonismo en las presentaciones.
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