
Magistrales María Teresa Pina y Verónica Lynn devolviendo la
vida a una cantante de cabaret de la República anterior a 1959; seriamente divertidos Kike Quiñones, Iván
Camejo y Pagola la Paga,
regalándonos un justo homenaje al teatro vernáculo cubano; Teatro A dos manos
echando por tierra dos viejos pánicos del maestro Piñera, ante los aplausos
desenfrenados de un público donde no estaban todos los que son, pero si eran
todos los que estaban.
Y es que, aunque parezca cliché por lo repetido, no lo
es por lo innegable de su verdad: una vez más Camagüey ha sido la mejor plaza, para
la mejor obra.
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